El uso de fertilizantes es una práctica esencial y habitual en agricultura para aumentar la productividad de los cultivos. Sin embargo, un uso excesivo de estos productos, especialmente los de síntesis química, viene generando efectos negativos en los suelos y en el medio ambiente en general.
Comprender los impactos reales de este exceso, así como también sus ventajas en cuanto a producción, es una tarea vital para los agricultores, donde buscar el equilibrio sería la perfecta sintonía.
Como bien sabemos, el empleo de fertilizantes es una labor fundamental e imprescindible para que las producciones agrícolas sean rentables y satisfagan suficientemente las necesidades alimentarias de una población en constante crecimiento.
Tipos de suelos agrícolas
— Interés agronómico (@InteresAgro) February 29, 2024
Identificar tu tipo de suelo en agricultura es crucial. Permite optimizar el riego, elegir cultivos adecuados y aplicar fertilizantes específicos, mejorando así la productividad y sostenibilidad de tus cultivos pic.twitter.com/oWHObusoBO
No obstante, en la última década especialmente, se ha producido una degradación preocupante de la parte fértil del suelo agrario, con lo cuál, el efecto del fertilizante comienza a trabajar a la inversa, restando productividad, y, en consecuencia, rentabilidad. Algunos de los problemas creados por este uso en exceso son los siguientes.
El uso excesivo de fertilizantes, en particular los que contienen nitrógeno, fósforo y potasio, altera la composición natural del suelo. La aplicación continua puede llevar a un desequilibrio en los nutrientes, reduciendo la presencia de otros elementos esenciales y alterando el pH. Esto puede causar una pérdida de fertilidad a largo plazo y hacer que los suelos sean menos productivos sin la constante adición de fertilizantes.
Uno de los problemas más graves del uso excesivo de fertilizantes es la filtración de nutrientes hacia las aguas subterráneas. Los nitratos, un componente común en los fertilizantes, son particularmente móviles en el suelo y pueden ser arrastrados hacia el agua subterránea.
El exceso de nutrientes en el suelo puede ser arrastrado por la lluvia hacia cursos de agua cercanos, favoreciendo el crecimiento excesivo de algas en ríos, lagos o pantanos. Este fenómeno, conocido como eutrofización, reduce los niveles de oxígeno en el agua, afectando a los peces y a otras formas de vida acuática.
El suelo es uno de los ecosistemas más complejos y lleno de vida, que contiene bacterias, hongos, insectos y otros organismos que son esenciales para mantener su salud.
El exceso en el empleo de fertilizantes puede afectar negativamente a estos organismos, disminuyendo por tanto la biodiversidad y alterando sus procesos naturales. Esto no solo afecta en términos de fertilidad, sino también en la capacidad de los cultivos para resistir enfermedades y cambios climáticos.
Más allá de incidir en la problemática, la actividad más sensata pasa por la búsqueda de soluciones que reduzcan la incidencia de la residualidad química en los suelos.
Existe un desafío en términos de educación y concientización, ya que es fundamental que los agricultores, los consumidores y toda la cadena comprenda que más fertilizante no siempre significa mejores resultados.
La agroindustria moderna se basa en el monocultivo, es decir, la práctica de cultivar lo mismo en un área durante un período prolongado. Sin embargo, esta práctica almacena menos carbono en el suelo, agota los nutrientes y aumenta la necesidad de fertilizantes y pesticidas. pic.twitter.com/dDrhbI2Ka3
— Los Árboles Mágicos ️, (by Oscar Gaitan) (@arboles_magicos) May 28, 2022
Regular el uso de fertilizantes y establecer límites no siempre va a suponer una mejora directa.
Por tanto, esa regulación tiene que llevarse a cabo en o directo con los agricultores, que son quienes conocen a la perfección los niveles productivos, la incidencia de la falta de agua o la acción de plagas y enfermedades.
Los fertilizantes orgánicos y otras alternativas sostenibles, como el compost y los biofertilizantes, pueden tener un costo más alto que los fertilizantes químicos convencionales, lo que desincentiva su uso. El desafío está en hacer estas opciones más accesibles para los agricultores.
Suelo de bosque mixto caducifolio
— Alimañas (@CastellaNatura) November 9, 2024
Un puñado de este suelo es más fértil que una toneladas de tierra de un cultivo labrado y tratado con fertilizantes. La acumulación de hojarasca, restos vegetales y materia orgánica es clave para la conservación y buena salud de los suelos pic.twitter.com/04rL3hvVN0
No hay que ahondar en la problemática, sino incidir en la solución. Los agricultores no necesitan discursos y saturación sobre lo bien o lo mal que lo hacen, lo que necesitan son soluciones que aseguren su rentabilidad económica y ambiental.
La agricultura de precisión, que incluye herramientas como sensores y análisis de suelo, permite a los agricultores aplicar fertilizantes de manera más eficiente, utilizando solo la cantidad necesaria para cada área específica. Esto reduce el desperdicio y minimiza el riesgo de contaminación.
La fertilización de precisión es una inversión inicial, pero ofrece beneficios económicos y ambientales a largo plazo.
La rotación de cultivos y el uso de cultivos de cobertura, como las leguminosas, ayuda a mejorar la salud del suelo y reducir la necesidad de fertilizantes químicos.
Las leguminosas, por ejemplo, fijan nitrógeno en el suelo, lo que contribuye a enriquecerlo naturalmente. Estas prácticas agrícolas regenerativas no solo preservan la fertilidad del suelo, sino que también lo protegen contra la erosión.
Los fertilizantes orgánicos y biofertilizantes, como el compost, estiércol y micorrizas, proporcionan nutrientes de manera natural y mejoran la estructura del suelo. Aunque su efecto puede ser menos inmediato que el de los fertilizantes químicos, su uso constante mejora la salud del suelo a largo plazo.