Para muchos es su estación favorita. Otros, en cambio, la temen. El caso es que ya lo tenemos aquí: este miércoles damos la bienvenida al verano, que, como indica el Observatorio Astronómico Nacional, dará comienzo a las 16h58 en todo el hemisferio norte, y tendrá una duración de 93 días y 16 horas.
Nos quedan por delante más de 2.232 horas para disfrutar del sol, de las altas temperaturas y de días de más luz, hasta el 23 de septiembre, que es cuando le diremos adiós, algunos con mucha nostalgia.
Pero antes de entrar en materia y contaros algunas curiosidades del verano, no podemos hablar de él sin mencionar el solsticio de verano. Es el fenómeno natural que se refiere a la época en la que el Sol alcanza su máxima declinación en los hemisferios norte y sur con respecto al ecuador terrestre, y que se produce dos veces al año, en junio y diciembre. O lo que es lo mismo, los rayos de sol llegan a esa parte de la tierra de forma más directa que en otras épocas del año.
Pese a lo que muchos piensan, ese (y no San Juan) es el día más largo del año con más horas de luz, y por tanto, con su noche más corta.
Ya sea en un hemisferio o en otro, la llegada del buen tiempo es motivo de celebración en todo el mundo, con rituales y fiestas que rinden tributo al sol y al fuego.
Una de las más conocidas es la que tiene lugar en Inglaterra, donde miles de personas se reúnen en el famoso enclave inglés de Stonehenge para contemplar el amanecer en el centro del círculo de piedras.
Otra de las celebraciones populares de bienvenida al verano es el "Midsommar", que tiene lugar en Suecia. Es tan popular, que ese día es festivo en todo país, y lo celebran con canciones estivales, coronas de flores y vestidos blancos. Incluso existe la tradición de recolectar siete flores diferentes y ponerlas debajo de la almohada esa noche para soñar con la persona con quien en el futuro se casará.
En Europa del Este, su fiesta de celebración tiene nombre propio: el Día de Iván Kupala, una especie de combinación de la palabra "bañar", de origen eslavo y el nombre de Kupala, el dios de la fertilidad y la cosecha. Así pues, es una fiesta para enamorarse y conseguir pareja, donde las mujeres jóvenes depositan guirnaldas en el río, y las parejas saltan sobre una hoguera. Si la pareja no se suelta, su amor será eterno.
Hablando de fuego, en las cimas de las montañas nevadas de Austria también se encienden hogueras, que por su altura no son para saltarlas, sino para disfrutar de su espectacularidad. Es una tradición que proviene de la Edad Media, cuando las llamas se utilizaban para ahuyentar a los malos espíritus.