Porque sí, la seguridad alimentaria también se activa cuando se va la luz. Y en situaciones como la del pasado lunes, saber cómo se comportan los alimentos sin frío puede marcar la diferencia entre una comida segura o una intoxicación en diferido. Spoiler: si algo “parece que está bien” pero ha pasado medio día a temperatura ambiente, mejor no jugar a la ruleta rusa del frigorífico.
Vamos a repasar qué puedes conservar, qué es mejor desechar y cómo estar preparado para la próxima vez que el interruptor decida tomarse vacaciones. Lo primero es no abrir la nevera más de lo necesario. Cada vez que lo haces, se escapa el frío como si huyera de una factura de la luz.
La regla de oro: cuanto más lleno esté el congelador, más tiempo conservará el frío. El helado puede que sufra, pero el pollo probablemente sobreviva si no has estado haciendo inspección cada 10 minutos.
Qué hacer con los alimentos del frigorífico ante un apagón de luz.
— AESAN (@AESAN_gob_es) April 29, 2025
️ Es posible que algunos alimentos se puedan estropear.
Te dejamos algunas recomendaciones pic.twitter.com/mWueYUQ1h8
Ahora vamos a lo que importa: ¿qué se salva y qué va directo a la basura? Te lo contamos a continuación.
Estos alimentos aún se pueden salvar si el apagón no ha sido excesivamente largo.
Si tienes estos alimentos, es importante recordar que no hay que consumirlos si se ha roto la cadena de frío.
Aquí viene lo bueno: una despensa preparada es tu mejor seguro. Y no, no hace falta vivir en un búnker ni ser fan de programas apocalípticos.
Con un poco de sentido común y organización, puedes comer perfectamente bien durante un apagón si cuentas con estos alimentos básicos.
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— Colegio Enfermería (@EnfermeriaJaen) April 29, 2025
Y por supuesto: agua embotellada. No se enfría ni se estropea, pero es imprescindible para cocinar, beber o lavarse si el apagón viene con corte de agua incluido.
Primero, revisar todo con ojo crítico (y nariz afilada). Si algo huele raro, cambia de color o textura, ni lo pruebes. Las bacterias no avisan.
Después, limpia la nevera y el congelador si ha habido fugas, goteos o malos olores. Y anota mentalmente: tener una pequeña reserva de alimentos no perecederos es una muy buena idea.
Que algo “parezca” que está bien no significa que lo esté. Muchas bacterias no cambian el sabor, el olor ni el aspecto de la comida. Así que, ante la duda, mejor tirar que lamentar. Ya sabemos que tirar comida duele, pero una intoxicación alimentaria duele más (y cuesta más, si acabas en Urgencias).
Y recuerda: la seguridad alimentaria también es saber qué hacer cuando se va la luz. Porque la nevera puede apagarse, pero tu sentido común tiene que estar más encendido que nunca.