Después de Navidad es inevitable recoger restos de comida que, con la mejor intención, ha llegado a nuestra mesa. Pero no podemos olvidar que el desperdicio alimentario es un problema global.
Según la FAO, un tercio de los alimentos producidos acaba en la basura. Esto no solo significa un derroche de recursos, sino también un impacto brutal en el medio ambiente. Y, por si fuera poco, tirar comida es también tirar dinero.
Pero no sólo eso: una mala gestión de las sobras puede traducirse en riesgos para la seguridad alimentaria. Las intoxicaciones alimentarias no entienden de espíritu navideño. Los alimentos mal conservados o recalentados pueden convertirse en un caldo de cultivo para bacterias indeseadas como la temida Salmonella.
¡Disfruta de las comidas de fin de año sin sustos!
— OPS/OMS México (@OPSOMSMexico) December 24, 2024
¡No dejes que la salmonelosis arruine tu fiesta! Puede contraerse a través del consumo de crudos.
Evita comer mayonesa casera o merengue.
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Así que, para ser responsables con el planeta, con nuestro bolsillo y con nuestra salud, aquí van unas pautas sencillas y efectivas.
La clave del éxito está en el momento de recoger la mesa: enfríalo todo rápido. Los alimentos cocinados no deben pasar más de dos horas a temperatura ambiente. Si no lo metes a tiempo en la nevera, el riesgo de contaminación aumenta.
Olvídate de meter la olla entera en la nevera "para ahorrar tiempo". Esto hace que el interior tarde más en enfriarse, favoreciendo la proliferación de bacterias.
Una vez guardadas las sobras, la nevera es territorio estratégico. Aquí tienes un par de reglas clave.
El congelador es un superhéroe olvidado. Los alimentos bien congelados pueden durar meses (sí, meses), siempre y cuando uses recipientes herméticos y etiquetas con la fecha. No vale eso de "ya me acordaré qué es este paquete misterioso". Spoiler: no te acordarás.
La creatividad en la cocina es tu mejor aliada para no aburrirte de comer lo mismo tres días seguidos. Aquí van algunas ideas.
Aquí no hay reglas: se trata de transformar lo que tienes en algo nuevo y apetecible.
Uno de los mayores riesgos está en el recalentamiento. Estos son los básicos para hacerlo bien.
¿Y qué pasa con la textura? Si recalientas en el horno o sartén, tendrás una mejor experiencia gastronómica que con el microondas.
Si no te ves capaz de consumir todo lo que tienes, hay opciones antes de tirarlo. En Navidad, muchos bancos de alimentos o comedores sociales aceptan donaciones, pero siempre alimentos no perecederos, como botes y conservas.
También puedes compartir con vecinos o familiares. Una llamada o mensaje, y esa bandeja de canelones puede alegrarle el día a alguien.
Si cada año te sobra comida como para alimentar a un regimiento, toca ajustar cantidades. En la planificación está la clave.
Gestionar las sobras navideñas de forma responsable no es complicado. Con unos sencillos cambios, podemos reducir el desperdicio alimentario, evitar riesgos para nuestra salud y ahorrar dinero. Además, es una forma de honrar el esfuerzo y los recursos que han hecho posible esa comida.
Así que estas fiestas, después del brindis y las risas, dale a tus sobras la atención que se merecen. Porque ser responsable nunca estuvo reñido con disfrutar.