Antes de que os lancéis a la piscina (o a la cama, mejor dicho) como locos, vamos a analizar con lupa de científico esta costumbre tan arraigada en nuestra sociedad. Y, como siempre, lo haremos con datos, sin medias tintas y con la lógica como brújula.
Mucho se ha dicho sobre la necesidad de usar pijama para evitar ensuciar las sábanas. Que si el sudor, que si las células muertas... ¡Calma! Nuestro cuerpo, esa máquina a veces imperfecta, está diseñado para autorregularse en este caso.
Sí, es cierto que sudamos y eliminamos células muertas mientras dormimos, pero la cantidad es mínima (aunque unos más que otros). De hecho, es un proceso natural e imprescindible para la regeneración de la piel.
Además, las sábanas se lavan igual que se cambiaría el pijama. Con una buena higiene, que incluye un cambio semanal y lavado a temperatura adecuada, no hay riesgo de convertir la cama en un nido de bacterias.
Aquí viene lo interesante. ¿Sabíais que usar pijama puede aumentar nuestro impacto ambiental? Pensadlo: más ropa que lavar, más agua, más detergente, más energía...
Si optamos por dormir "al natural", reducimos el consumo de recursos, sólo serían las sábanas y contribuimos a un planeta más sostenible. ¡Un pequeño gesto con grandes consecuencias! Nota importante: si para dormir desnudo tienes que poner a tope la calefacción, mejor dejarlo, porque medioambientalmente ya no compensa.
Nuestro cuerpo necesita regular su temperatura para un descanso óptimo. Y aquí el pijama puede jugar en nuestra contra.
Al dormir abrigados, podemos dificultar la termorregulación y provocar un sueño más ligero e interrumpido. En cambio, dormir sin pijama favorece la ventilación y ayuda a mantener una temperatura corporal adecuada.
Cuando dormimos, nuestro cuerpo libera melatonina, la hormona del sueño. Y, ¿adivinas qué? La producción de melatonina se ve favorecida por una temperatura corporal más baja.
Así que, si buscamos un sueño profundo y reparador, dormir sin pijama puede ser nuestro mejor aliado.
No obstante, como en todo, hay excepciones. Si eres friolero, tienes la piel sensible o si simplemente te sientes más cómodos con pijama, adelante. Lo importante es escuchar a nuestro cuerpo y encontrar lo que mejor nos funciona.
Antes de nada, recordad que, igual que nosotros, cada bebé es un mundo y lo que a uno le va de maravilla a otro le puede dar calor. Pero, como siempre, vamos a analizar la situación con la lógica y la información científica en la mano.
Aquí contemplamos las ventajas asociadas a que un bebé duerma con poca ropa y tapado.
Existen una serie de inconvenientes y riesgos, según los expertos.
En general, es más recomendable que el bebé duerma con poca ropa y tapado. Así favorecemos su termorregulación y reducimos el riesgo de SMSL.
Aquí unos consejos para acertar con la vestimenta del bebé.
Dormir con o sin pijama es una decisión personal, pero desde el punto de vista de la higiene y el medio ambiente, la opción "desnuda" o poca ropa tiene ventajas. Eso sí, recuerda esto de aquí abajo.