Un equipo internacional de científicos del clima ha descubierto que el polvo traído a partes de Europa en 2022 desde el desierto del Sahara era ligeramente radiactivo, pero su origen no procedía de las pruebas de bombas nucleares sas en la década de 1960. En su estudio, publicado en la revista Science Advances, el grupo analizó muestras de polvo de varios sitios de Europa.
En la década de 1960, investigadores ses hicieron estallar 17 bombas nucleares en el Sahara argelino para probar tanto la tecnología detrás de esas armas como su capacidad destructiva. El lugar fue elegido debido a lo vacío de la vasta región desértica. Desafortunadamente, la lejanía del lugar no fue suficiente para evitar que miles de argelinos se expusieran a la radiación.
Más recientemente, en 2022, se formó una tormenta de polvo en la misma zona del desierto del Sahara que arrastró el polvo hacia el norte, llegando a algunas partes de Europa. En este nuevo estudio, el equipo de investigación se preguntó si los radioisótopos presentes en el polvo se habían trasladado con él, poniendo en peligro a la población de Europa. Para averiguarlo, los investigadores seleccionaron 53 muestras de polvo de varios lugares de Europa y las analizaron.
Las pruebas demostraron que el polvo había llegado efectivamente a los lugares de prueba desde la región argelina de Reggane, donde se habían producido las explosiones de prueba. Las pruebas también detectaron isótopos radiactivos en el polvo, pero no en niveles que pudieran causar daños, al menos según las normas de seguridad de la Unión Europea. Lo que resultó sorprendente, sin embargo, fueron las proporciones de plutonio, que son únicas en función del combustible utilizado para construir la bomba.
Los investigadores descubrieron que estaban por debajo de 0,07, lo que descartaba que la radiactividad procediera de una bomba de fabricación sa.
Ni los Estados Unidos ni la URSS realizaron ensayos con bombas en el Sahara, pero ambos probaron bombas en otros lugares que eran mucho más potentes que las que probó Francia en el desierto. Esas explosiones arrojaron material a tal altura en la atmósfera que cayó a miles de kilómetros de distancia, incluso en el desierto argelino.
Yangjunjie Xu-Yang et al, Radioactive contamination transported to Western Europe with Saharan dust, Science Advances (2025). DOI: 10.1126/sciadv.adr9192