La gestión y el mantenimiento del espacio público se va adaptando a las condiciones meteorológicas y a los cambios de patrones observados en los últimos años en nuestras costas.
Una vez finaliza la temporada de baño, las istraciones públicas tienen el trabajo de desmontar y retirar el mobiliario, equipamientos e instalaciones que han dado servicio durante más de tres meses. Es el caso de módulos de salvamento, balizamientos, pasarelas, sillas de vigilancia, lavabos; etc.
En estas playas de la costa mediterránea los temporales se han adelantado unas 3 o 4 semanas respecto a hace una década. Esta circunstancia ha obligado a adelantar la retirada de mobiliario y equipamientos para protegerlos ante los temporales y el oleaje. Además, por ejemplo en Barcelona se está dejando la primera mitad de la explanada de la playa libre de todas esas estructuras, con el fin de disminuir la vulnerabilidad ante los efectos del mal tiempo.
La tendencia creciente de temporales más intensos y frecuentes fuera del invierno implica un empeoramiento de la regresión del litoral, significativa en muchos sectores costeros.
Ese retroceso de playas ha implicado una reducción de la amplitud de las mismas y modificaciones en la topografía, básicamente en las pendientes. Esta afectación hace aumentar la vulnerabilidad y la exposición de las distintas instalaciones, las cuales hace años se situaban más cerca de primera línea de mar.
La finalización de la temporada alta es cambiante en función del punto geográfico del país. La demanda de s derivada de la prolongación del verano junto a los presupuestos de las arcas municipales o supramunicipales son los factores que explican esa variabilidad.
En el área metropolitana de Barcelona y la mayoría de municipios costeros en Cataluña finalizan entre mediados y finales de septiembre. Lo mismo sucede en las costas de Castellón y Valencia. Sin embargo, Alicante ha decidido prolongar un mes más, hasta el 15 de octubre, la temporada alta de limpieza y mantenimiento.
En la costa mediterránea andaluza y en Baleares la finalización de temporada estival también se produce entre finales de septiembre y mediados de octubre. También en muchas zonas del norte o del sur se suele extender hasta mediados o finales de septiembre. Por supuesto, la excepción es Canarias, donde se puede disfrutar de chapuzones todo el año.
Nuestro modelo de referencia ya preveía para estos meses temperaturas superiores a las normales para la época y algunos episodios de lluvias fuertes. Unas circunstancias que ya hemos vivido en septiembre y octubre: ambiente cálido en conjunto, con días que se producen aguaceros e inundaciones significativas en el Mediterráneo.
Esta extensión del verano hacia el otoño y la disipación de las estaciones de transición es una realidad que vamos constatando y que los expertos auguran como tendencia para los próximos años.
Esta nueva realidad tendrá que ser valorada en la gestión de espacios públicos como las playas, aunque será más difícil porque nos encontraremos ante una paradoja importante: tiempo veraniego que estimulará la demanda de sol y playa combinado con episodios de lluvias torrenciales que hacen más vulnerables estos espacios, poniendo en riesgo instalaciones imprescindibles para el baño.
Algunas actuaciones para apaciguar esta regresión estructural de nuestras costas pasan por hacer aportaciones de arena con la granulometría adecuada, la creación de diques y espigones que amortigüen la fuerza del oleaje o la colocación de geotubos textiles sumergidos.